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Escritora invita a conocer la odisea de Natalio Roldán, en el libro “El último viaje”

Es sobre una novela que narra el último viaje de Natalio Roldán por el Bermejo y está ambientada, en gran parte, en territorios de las actuales provincias de Chaco, Formosa y Salta.

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"El último viaje", novela de Raquel Espinosa

El último viaje es una novela de la escritora Raquel Espinosa de Salta, narrada desde la perspectiva de un autor, un Poeta, un antropólogo, quienes asumen el relato en primera persona del plural, supervisados por un Historiador y un Periodista.

1880 en Argentina, Roca asume la presidencia y Natalio Roldán, capitán del barco a vapor “Orán, inicia un viaje por el Río Bermejo.

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El último viaje, novela de la escritora Raquel Espinosa, está narrada desde la perspectiva de un autor, un Poeta, un antropólogo, quienes asumen el relato en primera persona del plural, supervisados por un Historiador y un Periodista.

  

Varios siglos antes, cuando el mito era una realidad, Odiseo, el héroe mitológico, inició la aventura de regresar a su Ítaca; Natalio Roldán parece imitarlo cuando abordó la ruta que, por el río, lo llevaría hasta Rivadavia, en el corazón del Chaco salteño, donde iba a concretar su sueño. Un viaje se inicia y una nueva experiencia arquetípica se abre a lo incierto hacia “El país donde Dios no terminó su creación” (21).

 

 

El protagonista se enfrenta a su oponente “el río”, tal como Odiseo lo hizo contra seres fabulosos, hechiceras, monstruos, gigantes. Ambos navegan por aguas desconocidas y viven la crónica de una búsqueda. La Odisea y El último viaje narran la “aventura humana”, por lugares inciertos. Mientras Odiseo al final de su viaje será reconocido y se salvará del olvido Natalio será el “hombre roto” que regresará a tierra firme después de naufragar “en esos mares de papel” (199).

 

El último viaje, novela de la escritora Raquel Espinosa, está narrada desde la perspectiva de un Autor, un Poeta, un Antropólogo, quienes asumen el relato en primera persona del plural, supervisados por un Historiador y un Periodista, personajes retratados por su profesión y no por datos personales que fueran relevantes para identificarlos: “Han convenido con quien los guía construir una obra que una vez publicada no los reconocerá como legítimos autores” (95).

 

 

“Trabajarían en equipo para armar la Obra, sería una creación colectiva” (19) El relato cae en el anonimato ¿por qué? ¿Por qué aceptan un trabajo no rentado? Porque “Les gusta narrar. Incursionar en otras realidades, navegar por mundos desconocidos” y porque “iniciarán una larga aventura” junto con los protagonistas (95).

 

 

Así, estos personajes escribirán la novela de un viaje por el río Bermejo, un desplazamiento por zonas inhóspitas, el camino emprendido por Natalio Roldán para demostrar que esa navegación era posible. “No es una utopía, es en realidad una empresa factible” dirá en distintas oportunidades tratando de convencerse a sí mismo y de persuadir a los demás.

 

Enfrentado a las peligrosas aguas del río Bermejo a bordo del buque “Orán”, ¿qué busca Roldán? ¿Una salida comercial, la prosperidad para el Chaco?, ¿Concluir con la hegemonía del puerto de Buenos Aires? ¿O solo lo mueve su espíritu aventurero, el deseo de autonomía y libertad, el misterio de lo inexplorado? ¿Qué era verdaderamente Roldán: un héroe, un aventurero, un visionario? En simultáneo con estos interrogantes la narración abre un espacio en clave femenina. En esta travesía también va Genara, la esposa de Roldán. Raquel Espinosa rescata esta figura y la coloca a la altura de un héroe aventurero. La mujer renuncia a su zona de confort para acompañar a su esposo, no desde la sumisión que podía imponer el matrimonio, sino como la compañera yprotagonista en una vida plagada de aventuras y frustraciones, de escasos logros y grandes adversidades. Roldán dice: “…Genara se puso de pie, dispuesta como el ave fénix a resucitar de sus cenizas” (130). En un mundo eminentemente masculino, los narradores instalan a Genara y la visibilizan.

 

 

Tres narradores introducen el discurso y ponen en escena los hechos, sin embargo, Raquel Espinosa gira la perspectiva con ingenio e incorpora otras voces, otros discursos que cambian la mirada, como, por ejemplo, la ya citada voz de Genara, las noticias de los periódicos de la época, los boletines de navegación, y también la propia voz de Natalio Roldán, quien en primera persona realiza un viaje introspectivo hacia diversos episodios de su vida. Una polifonía de voces recontextualiza los hechos desde distintos enfoques. Sólo la suma de las temporalidades devuelve una visión total. La acción avanza y retrocede, impone pausas y rodeos, y el lector se incorpora para llenar espacios. La autora –coincidente con la idea bajtiniana de la polifonía novelística- encuentra en su novela el lugar de intersección de los discursos de la sociedad, traslada a su escritura la voz de un sinnúmero de enunciadores para que en sus discursos se lea las múltiples e inciertas aristas de la realidad.

 

 

“El último viaje” es, en cierto modo, la “crónica de un fracaso anunciado”; en ella se percibe la complejidad del personaje. El lector descubre a Natalio Roldán: el héroe, el mendigo, el hombre, el amante, alguien que no pudo completar su experiencia arquetípica de viajero, a diferencia de Odiseo que regresó con gloria,fue reconocido y fue “alguien”. Natalio Roldán, movido por el deseo, narra su propia odisea, aunque con otro final. Odisea de Homero es la crónica de una aventura, la búsqueda y salvaguardia de una identidad siempre amenazada por el olvido. El último viaje es la crónica de Natalio Roldán y sus sueños y, también, la de escritores anónimos que deciden continuar la búsqueda porque “la obra nunca se entrega completa” (237). La novela es la historia de Natalio Roldán y el río “que se sacude frenético y echa a correr” (238), el que se proclama ganador cuando la mano del hombre le tiende una trampa e intenta encausarlo: “llega la creciente y se lleva todo… El río sigue adelante, fiel a sí mismo, ajeno a los demás” (239).

 

Natalio Roldán, tal como Odiseo, vive experiencias arquetípicas: el amor, el dolor, el olvido. A lo largo del relato comparte sus pesares y desalientos: “…seguiré navegando en el olvido, sin nombre, sin fechas, sin lugar posible, sin rostro y sin identidad, parte de una generación de entusiastas perdida para siempre” (230). ¿Y el río? “El río sigue adelante, fiel a sí mismo, ajeno a los demás” (239). Aunque en determinado momento podría pensarse en una simbiosis entre estos dos protagonistas, la agonía de Roldán los diferencia. El, como hombre, es parte de esa naturaleza que comparte con el río y el espacio chaqueño, pero, a diferencia de ellos, toma conciencia de sí mismo. Por eso sigue su lucha, pero se sabe mortal y se adivina vencido.

Raquel Espinosa, escritora e investigadora, también llegó a su Ítaca cuando arribó a la literatura desde la historia y desde su largo recorrido por archivos y bibliotecas, de viajes a lugares recónditos donde podía encontrar información, “algunas huellas”. Buscó rastros y testimonios, recogió documentos y dio la palabra a distintos personajes para que pudieran contar en una polifonía de voces la epopeya de Natalio Roldán. Rescata la historia de un viaje, de promesas incumplidas, de un sueño…

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