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El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años  

Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, por esta razón desde OSPEDYC señalan la importancia de abordar la complejidad de esta problemática y tomar acción de inmediato.  

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Suicidio

La fecha es instaurada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y  copatrocinada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

 

Este año y hasta 2023 el lema es  "Crear esperanza a través de la acción" orientado a actuar para prevenir el suicidio. El suicidio es una problemática social importante, pero a menudo descuidada, rodeada de estigmas, mitos y tabúes. Cada caso de suicidio es una tragedia que afecta a muchos individuos, familias y comunidades.

 

 

Según la OMS, uno de cada 100 fallecimientos a nivel global es por causa de un suicidio. Así lo mostró la publicación “Suicide worldwide 2019” en el que se explicita que durante ese año se registraron a nivel mundial cerca de 700.000 muertes autoprovocadas. Cabe aclarar que cada uno de estos episodios no solo afecta gravemente al individuo, sino también a la familia y las comunidades.

 

 

“El abordar la complejidad de las conductas suicidas comienza por identificar los factores de riesgo y de protección. Entre los peligros se encuentran las barreras de acceso a la atención de salud, las catástrofes, las guerras y los intentos de suicidio anteriores”, explica la Dra. Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC.

 

 

Desde la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sostienen que la prevención de estos hechos “no se ha abordado adecuadamente en muchos países debido a la falta de toma de conciencia sobre esta conducta como un importante problema de salud pública, lo que impide que la gente busque ayuda”.

 

 

El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años en las Américas. Las personas de 45 a 59 años tienen la tasa de suicidio más alta de la región, seguidas por las de 70 años o más. A su vez, alrededor del 79% de las muertes autoprovocadas en Latinoamérica ocurren en hombres (cifra tres veces mayor a la de las mujeres).

 

 

La prevalencia del suicidio y los métodos utilizados varían de acuerdo a los diferentes países y, desde el punto de vista de la salud mental, poblaciones como los adolescentes poseen vulnerabilidades particulares, por su etapa del desarrollo.

 

 

También un reciente trabajo identificó que quienes sobrevivieron tras un tratamiento en unidades de cuidados intensivos (UCI) presentan riesgo aumentado, un punto que hoy cobra un protagonismo extra debido a los numerosos ingresos ocurridos durante la pandemia de COVID-19.

 

 

Desde la OPS enfatizan en que “acercarse a los seres queridos por su salud mental y su bienestar podría salvarles la vida”.

 

 

“Es de suma importancia que se preste atención a las alarmas que brindan las personas que han pasado un mal momento, los que tienen problemas económicos, pérdida de seres queridos, pérdida de empleo, etc. Escuchar, acompañar y contener es fundamental en este contexto”, agrega El Haj.  

 

 

Tener presente los factores de riesgo puede ayudar a tomar medidas oportunas:

 

 

Desde OSPEDYC señalan cuáles son los factores de riesgo, aunque siempre relativos, pero que influyen de diferente manera según el contexto vital de cada individuo:

 

 

Historial de intentos de suicidios previos.

Trastornos psiquiátricos.

Depresión.

Estado civil, debido a que los estudios detectan mayor incidencia de suicidios en personas solteras con escaso vínculo social.

 

 

Consumo de drogas o alcohol.

Centrarse en la prevención del suicidio es primordial para crear vínculos sociales y promover la toma de conciencia.

“El acercamiento a los seres queridos, planear objetivos y metas a corto y mediano plazo que mejoren el estado anímico y eviten o alivien la depresión, podrían salvar vidas. Demostrar un interés genuino por sus problemas, preguntar cómo se encuentra y los sentimientos es la base del sostén social y familiar que se necesita”, explica la especialista médica.

 

 

Además, un paso primordial es no dudar en recurrir a personas capacitadas en la temática. Existen líneas telefónicas de ayuda y contención ante ideas de autoagresión para poder acceder rápidamente a los programas de asistencia que resultan imprescindibles ante la detección precoz de signos de alarma.

 

 

Se debe entender que la consulta profesional tiene un propósito terapéutico, pero esta no reemplaza a los vínculos afectivos o de cercanía que son esenciales para el proceso hacia una salud mental y física alineadas.

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